Se sienta sin aire y contempla su plato repleto de fresas y coronado con crema chantilly. Más que comerlo con delicia, que es lo que haría en un estado psicológico más saludable, se dedica a jugar con el postre, con una mueca de amargura pintada en la cara: rompe las frutas rojizas y dibuja figuras abstractas con la crema batida.
Claymore
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